2.4.15

INCOMUNICACION



Finalmente he de confesar que creo haber entendido a Leibniz cuando afirma que las sustancias, él las llama monadas, no se comunican entre sí. Parece que se comunican porque Dios, el organizador universal, Leibniz, metafóricamente habla del relojero universal, lo tiene organizado de forma que coincidan y así parece que se comunican. En la metáfora de los relojes, marcan la misma hora porque así lo organizo el Relojero Universal

Esta introducción, para aquellos que no conozcan el pensamiento de Leibniz, es necesaria para explicar lo que quiero decir. ¿Se puede hablar de comunicación entre los seres humanos?

La comunicación es posible si se participa de una misma o parecida opinión del mundo, y un uso común del lenguaje.

A primera vista puede parecer que los miembros de una comunidad social, de una cultura común, y hablantes de un mismo idioma, reúnen las condiciones para afirmar que es posible que haya comunicación entre ellos. Esto es lo que ocurre, efectivamente. (ver “Vindicación de la caverna” , enero 2008):Los miembros del grupo de la caverna, los “cavernícolas”, junto a la protección física que les proporciona la caverna tienen la protección moral que les proporciona la pertenencia al grupo.”. La caverna, es decir, la cultura común, proporciona las ideas orientadores que dan sentido a la experiencia. Dentro de ese horizonte hay comunicación, evidentemente.

La cosa, sin embargo, no es tan sencilla. La caverna, es decir la cultura común, proporciona ideas orientadoras a alguien o algo, no a una tabla rasa, como decían los empiristas primitivos. El receptor de las ideas, de los patrones, se denomina “el yo”. Pero, lo que llamamos “yo”, no es algo simple, como desde Freud es conocido. Tiene varias capas, como, metafóricamente hablando, las capas de una cebolla. Tomo prestado el nombre de Günter Gras. Tras los diferentes como barnices que van conformando la personalidad visible, la cebolla, se oculta un sujeto, a veces desconocido para él mismo, que es quien realmente interpreta el mundo que la cultura, los barnices que, a modo de capas de cebolla, visten al personaje.

Ese sujeto, el yo auténtico habría que decir, que no creo que se identifique con el “id” freudiano, es el auténtico intérprete de las ideas o patrones que la cultura, la caverna, proporciona.

Esta interpretación, tiene un inconveniente, volver a introducir “el fantasma en la máquina”. El caso es que los psicólogos que niegan la existencia del intérprete, Pinker, Gazzaniga el alii, de hecho reconocen su necesidad, cuando escriben: El interpretador solo está tejiendo la historia, la narrativa que extraerá un sentido de estos módulos que están constantemente bombardeándonos con información, con comportamientos reales, con estados sentidos, con todo. Tenemos que contar una historia sobre qué está pasando y eso es lo que pensamos que hace esa función narrativa.”(Gazzaniga).

Ese, llamemosle como queramos, yo que interpreta, al ser el-interprete-total es previo a toda interpretación y, por tanto, no tiene comunicación con otros posibles intérpretes o yos.

RESUMEN
El yo profundo o yo auténtico, (“yo” no es más que una forma de nombrarlo), en si  mismo no tiene comunicación con otros yos.


Estamos, por tanto, solos en el mundo..

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