El casual encuentro con
el blog de Alberto López me ha dado recordado
un tema que se debatió hace muy poco tiempo en otro blog, “¿Se puede vivir sin
filosofía?”
Nadie vive sin
filosofía, si por filosofía se entiende una interpretación del mundo. Todos, quiero decir, cualquier ser
humano vive en un grupo social, y por tanto en una cultura, y ésta le
proporciona los patrones, los modelos que usa para vivir, y a eso se le llama tener una
filosofía, es decir, tener una interpretación del mundo. “Nuestra cultura
piensa por nosotros”.
Para Alberto López, hay
unas personas, a las que denomina “sujetos basura”, que, “no trabajan para
gobernarse a sí mismos”. Individuos que “dejan su vida en manos de decisiones
de otros y de influencias de terceros”, que” no meditan sus decisiones más
inmediatas, sus palabras, sus actos, y en definitiva con quien no hace una
buena base para poder entender y pensar su vida de la mejor manera que lo pueda
hacer una persona”.
Son, por tanto,
“sujetos basura” aquellos que dejan su vida en manos de decisiones de otros y
de influencias de terceros.
Por el contrario, el
filósofo, según Alberto López, es aquel que mediante la reflexión,
piensa, “ese ser que se piensa”, un
pensamiento propio, que no sea resultado de la hoguera de otro. O sea, se
piensa a sí mismo, y gracias a ese pensar en sí puede decidir quién quiere ser,
“entender y pensar su vida de la mejor manera que lo pueda hacer una persona”.
Estas reflexiones me
suenan a déja vù, aunque al autor, que reconoce no haber tenido mucho tiempo
para dedicarlo a la filosofía escrita, le resulten muy interesantes para su
filosofía práctica.
Si entro a debatir este
tema es, como ya le comuniqué a Alberto, en defensa del vilipendiado “sujeto
basura”. Todos somos sujetos-basura, en cuanto que nuestros pensamientos y
decisiones son productos de nuestra cultura: “No es nuestra conciencia la que
determina la conducta, sino la existencia social la que determina nuestra
conciencia”.