11.9.15

EL HOMBRE  MEDIDA

Protágoras, famoso sofista, (s.V a.C.), es conocido, sobre todo por su cita, “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que existen, en cuanto existen, de las que no existen, en cuanto que no existen”

Los lectores, si pertenecen al mundillo filosófico, saben que hay dos interpretaciones de esta frase, la interpretación individualista,  la de Sexto Empírico y Platón, y la que piensa que “el hombre”, quiere decir, “el hombre en general”, es decir, “la naturaleza humana”. La interpretación genérica. Es la interpretación moderna, de Kant, cuando habla de la revolución copernicana. “Se ha supuesto hasta ahora que todo que todo nuestro conocer debe regirse por los objetos...Intentemos, pues, por una vez, si no adelantaremos más...suponiendo que los objetos deben conformarse a nuestro conocimiento”(B XVI)

Por supuesto que esa es la interpretación de cuanto vengo escribiendo. Las palabras son el fundamento de las cosas, añadiría, de las que existen en cuanto que existen, y de las que no existen en cuanto que no existen.

 Escribí: Las cosas no son solo cosas; llevan huellas humanas, son nuestra prolongación.  

Lo que quiere decir, no hay “cosas” sin observador. Como dicen los físicos:La observación produce la propiedad observada “(Bohr);Me gusta pensar que la luna está ahí aunque no la esté mirando”( Einstein)

Como resumen final, entiendo por “cosas” algo que forma parte de un proyecto humano, y, por tanto, depende del lenguaje. Es la cita del Tractatus, “Los límites de mi lenguaje, significan los límites de mi mundo”

Con lo que termino estos comentarios: “los diez números y las veintidós letras, ese es el fundamento de las cosas”





10.9.15

LAS PALABRAS Y LAS COSAS

No esperaba el interés que estos comentarios sobre las palabras han despertado en personas incluso ajenas al mundo filosófico.

“Los diez números y las veintidós letras, ese es el fundamento de las cosas”

Que las palabras sean el fundamento de las cosas, parece un contrasentido al observador instalado en el mundo ordinario.

Hay que explicar lo que entiendo por “cosa”. Contra lo que probablemente piensa el crítico, “cosa” no es algo desvinculado del observador. La cosa no es un objeto, una especie de obstáculo que tengo frente a mí, sino un nudo de relaciones en que me siento y estoy implicado.

Esas relaciones, afectos, intereses y símbolos que individuos, sociedad e historia proyectan, convierten los meros objetos en cosas. Las cosas no son solo cosas; llevan huellas humanas, son nuestra prolongación. Como dice Lévi-Strauss, desde el momento en que surge el lenguaje el universo se carga de significado.

Decía Husserl que los objetos no existen autónomamente, por naturaleza, sino que son puntos nodales de la densa red de coordenadas con que estructuramos el mundo.

Las cosas están como investidas por los rayos de mi atención, que no sólo las ve con los ojos del cuerpo, sino que las comprende, gracias al lenguaje, con los ojos de la mente. El mundo, está al alcance de la mano como un mundo de valores, de bienes, un mundo práctico, un mundo de cosas.


Los límites de mi lenguaje, significan lo límites de mi mundo”( 5,6)