14.1.15

JE NE SUIS CHARLIE

Je ne suis Charlie.

He dudado si intervenir a propósito de este asunto. Charlando he encontrado a muchos que están de acuerdo con lo que indica el título de este comentario. Como señala Miguel, en Boulesis, la libertad de expresión no puede amparar el insulto y la mofa de las creencias religiosas que, en mi opinión, forman parte de lo que se conoce como naturaleza humana.

En el horizonte filosófico, preguntaría cómo se determina el límite de la “libertad-de-expresión”, y si esta no tiene límites, como al parecer opinan muchos, como se determina el límite a la “libertad-sin-más”.  
Habermas señala “los presupuestos inevitables de los actos de habla”. Miguel cita a W.James y las consecuencias de los actos de habla, pero yo creo que hay que ir a los “presupuestos inevitables del lenguaje”. El lenguaje no cae llovido del cielo sino que es un resultado de la política, en sentido original, de la comunidad en la que se vive. Y el lenguaje, los actos de habla, presuponen una moral, una forma de interpretar el mundo.


Resumiendo, le preguntaron a Rorty, ¿cómo puede saber alguien si obra bien o mal?, (la clásica pregunta kantiana, ¿qué debemos hacer?), y Rorty respondió, “en tanto que individuos kantianos no podríamos saberlo. En tanto que miembros de una comunidad lo sabemos todo el tiempo.” Pero las normas morales sociales son objeto de crítica, este precisamente es el caso que da lugar a este comentario. “La única forma en que podemos criticar las normas sociales contemporáneas es refiriéndonos a las nociones utópicas que toman elementos de la tradición, y mostrando que no se han llevado a la práctica”. (R.Rorty, “Cuidar la libertad”)

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